Acerca de este lugar.

Mil quinientos cuarenta y ocho intentos. No es un número exacto, pero es lo que se siente. Porque esta casa —esta que ahora lees— no se hizo de un día para otro. Se fue armando con palabras sueltas, fotos que dormían en carpetas, ideas que llegaban mientras se lavaban los platos o se esperaba un avión.

Puede parecer simple: un blog de comida, viajes y recuerdos. Pero detrás hay alguien que escribe, toma fotos, diseña, medio programa, intenta implementar... y todo eso entre tareas, pendientes y cosas que se comen el tiempo, aunque no las ganas.

Este texto no es presentación ni manifiesto. Es una cordial advertencia, para quien quiera quedarse. Aquí no vas a encontrar listas de “los mejores tacos” o “los peores lugares”. Aquí no se escribe para convencer, se escribe para compartir lo que cargo en los equipajes, lo que guardo en cajones y lo que sigo saboreando, para encontrar a quien también mire un plato y recuerde a su abuela, o vea una calle en Japón y se quede inmóvil, sin saber por qué, que cualquier parte del mundo, lo extraiga de su centro y al recordar, vuelva a sentir, a soñar a reír.

Me cuesta ser breve, lo intento, pero hay cosas que si las resumo, las traiciono. Un taco tiene historia, un ramen ilusión, un paisaje merece más que un pie de foto. Así que, mientras se pueda, te voy a contar todo. Hasta el polvo de la ventana.

Admiro tu paciencia y no espero aplausos, pero sabe que siempre me esfuerzo por mejorar. Y si algo de esto te toca, aunque sea poquito, entonces ya valió la pena.

Estoy aquí, puedes escribirme, preguntarme, corregirme, los textos son míos, pero el orden —y mejorar— es de los dos, si así te nace y lo deseas.

Gracias por encontrarnos aquí, te deseo buen viaje.

Manuel Arciniega.